GENIO Y FIGURA HASTA LA SEPULTURA
Hombre que nace pa’ timar
y joder
difícil que esas manías
logre perder.
Don Víctor Pacheco agricultor de avanzada edad, hombre de mente hábil y por demás astuto, muy conocido en el pueblo por las tomaduras de pelo que realizaba a la gente, se encontraba regresando de la hacienda de Characta siendo transportado a lomo de bestia, teniendo como destino el anexo de la Dehesa, lugar donde vivía. El cansado viajero se topó aquella tranquila mañana de domingo con la iglesia del distrito de San Gregorio, donde muchos feligreses del religioso pueblo escuchaban la santísima misa, por lo cual este se dispuso a ingresar, amarrando su fatigada burrita a la puerta de la casa de oración.
Al momento en que el cura terminó con el santo oficio, el improvisado feligrés se acercó a rezar al altísimo para luego proceder a retirarse; ante este hecho un guardia algo molesto con el dueño de la burra amarrada en tan irrespetuoso lugar, la cual al presenciar el paso de otros borricos rebuznaba intranquilamente por encontrarse en celo; decide poner fin a la incómoda situación, comenzando a interrogar a la gente sobre la propiedad de la calenturienta burrita, por lo cual don Víctor le contesta diciendo que él era el dueño de dicho animal, así que el guardia se le acerca y en voz baja le dice:
- señor su burra esta algo alzada.
- no puede ser mi respetado oficial, si yo mismito la he dejado en el suelo, no creo que sea posible tal afirmación.
El guardia desconociendo el genio de este hombre, nuevamente se dirige a él diciéndole:
- quiero decir que su burra está en celo señor
- celos no puede ser, si yo ni siquiera he visto a otras burras que se me han acercado, ¿cómo es esto posible?
- a lo que me refiero es que, está caliente por sus hormonas, ¿me entiende ahora usted?
- como que caliente mi señor, si yo la dejé bien amarradita ahí en la sombra.Texto El guardia yo no creía tanto en la sinceridad de este hombre, que no entendía lo que él quería expresar, el cual por respeto al aposento donde se encontraban, no le decía directamente la natural situación de su burrita; es así que el oficial algo enojado toma del brazo a don Víctor, sacándolo del lugar y una vez estando afuera, le dice ya con algo de exasperación:
- señor su burra está amarrada en la misma puerta de la iglesia, lo cual es una falta de respeto y encima está haciendo unos ruidos extraños porque al parecer quiere tener relaciones sexuales, ¿que usted no entiende eso?
- ahahahaha era eso, entonces no se preocupe por mi ah, si usted quiere, tenga las relaciones que quiera con mi burrita que yo aquí lo espero.
El oficial sumamente enojado toma preso a este hombre, el cual le faltó el respeto tomándole el pelo, luego pretende llevárselo al puesto de guardia del pueblo, no encontrando ninguna movilidad disponible en que hacerlo; es por ello que Don Víctor le ofrece irse en su burra, a lo cual el oficial con algo de desconfianza, accede. Es así que una vez sentados en el animal emprendieron la ruta hacia Camaná.
Estando en medio del camino, el oficial interroga al viejo diciéndole:
- haber dime, de que trató la misa el día de hoy.
- y usted para que quiere saber de que trató esta. Respondió don Víctor.
El oficial exasperado por la pregunta innecesaria de este hombre y con algo de temor de volver a ser víctima de una broma por parte de este, es que le procede a explicar:
- pedí permiso a mi superior para ir a la misa en horario de trabajo y cada vez que regreso luego de esta, él siempre para comprobar si fue justificada mi salida, me pregunta de qué habló el reverendo, solo que en esta oportunidad me quedé dormido y no pude escuchar nada.
- pues ese será su problema señor, para que miente y no cumple con su trabajo, sabe dios a que vino usted a San Gregorio con esos engaños. Le respondió el avispado viejo.
El guardia sorprendido por la respuesta de este irrespetuoso hombre le increpa sobre su intromisión, diciéndole:
- a ti no le importa lo que yo venga a hacer, así que responde lo que te pregunté, si no quieres pasarla peor de lo que la vas a pasar.
- bueno, bueno no se enoje, le explicaré lo que habló el padre en la misa, el día de hoy.
- más te vale. Replicó el oficial.
- de lo que el padre habló hoy, fue de la reencarnación.
- reencarnación ¿y qué diablos es eso? Preguntó el oficial.
- no se preocupe. Respondió el hombre. Tenemos buen trecho de camino para que se lo explique.
y joder
difícil que esas manías
logre perder.
Don Víctor Pacheco agricultor de avanzada edad, hombre de mente hábil y por demás astuto, muy conocido en el pueblo por las tomaduras de pelo que realizaba a la gente, se encontraba regresando de la hacienda de Characta siendo transportado a lomo de bestia, teniendo como destino el anexo de la Dehesa, lugar donde vivía. El cansado viajero se topó aquella tranquila mañana de domingo con la iglesia del distrito de San Gregorio, donde muchos feligreses del religioso pueblo escuchaban la santísima misa, por lo cual este se dispuso a ingresar, amarrando su fatigada burrita a la puerta de la casa de oración.
Al momento en que el cura terminó con el santo oficio, el improvisado feligrés se acercó a rezar al altísimo para luego proceder a retirarse; ante este hecho un guardia algo molesto con el dueño de la burra amarrada en tan irrespetuoso lugar, la cual al presenciar el paso de otros borricos rebuznaba intranquilamente por encontrarse en celo; decide poner fin a la incómoda situación, comenzando a interrogar a la gente sobre la propiedad de la calenturienta burrita, por lo cual don Víctor le contesta diciendo que él era el dueño de dicho animal, así que el guardia se le acerca y en voz baja le dice:
- señor su burra esta algo alzada.
- no puede ser mi respetado oficial, si yo mismito la he dejado en el suelo, no creo que sea posible tal afirmación.
El guardia desconociendo el genio de este hombre, nuevamente se dirige a él diciéndole:
- quiero decir que su burra está en celo señor
- celos no puede ser, si yo ni siquiera he visto a otras burras que se me han acercado, ¿cómo es esto posible?
- a lo que me refiero es que, está caliente por sus hormonas, ¿me entiende ahora usted?
- como que caliente mi señor, si yo la dejé bien amarradita ahí en la sombra.Texto El guardia yo no creía tanto en la sinceridad de este hombre, que no entendía lo que él quería expresar, el cual por respeto al aposento donde se encontraban, no le decía directamente la natural situación de su burrita; es así que el oficial algo enojado toma del brazo a don Víctor, sacándolo del lugar y una vez estando afuera, le dice ya con algo de exasperación:
- señor su burra está amarrada en la misma puerta de la iglesia, lo cual es una falta de respeto y encima está haciendo unos ruidos extraños porque al parecer quiere tener relaciones sexuales, ¿que usted no entiende eso?
- ahahahaha era eso, entonces no se preocupe por mi ah, si usted quiere, tenga las relaciones que quiera con mi burrita que yo aquí lo espero.
El oficial sumamente enojado toma preso a este hombre, el cual le faltó el respeto tomándole el pelo, luego pretende llevárselo al puesto de guardia del pueblo, no encontrando ninguna movilidad disponible en que hacerlo; es por ello que Don Víctor le ofrece irse en su burra, a lo cual el oficial con algo de desconfianza, accede. Es así que una vez sentados en el animal emprendieron la ruta hacia Camaná.
Estando en medio del camino, el oficial interroga al viejo diciéndole:
- haber dime, de que trató la misa el día de hoy.
- y usted para que quiere saber de que trató esta. Respondió don Víctor.
El oficial exasperado por la pregunta innecesaria de este hombre y con algo de temor de volver a ser víctima de una broma por parte de este, es que le procede a explicar:
- pedí permiso a mi superior para ir a la misa en horario de trabajo y cada vez que regreso luego de esta, él siempre para comprobar si fue justificada mi salida, me pregunta de qué habló el reverendo, solo que en esta oportunidad me quedé dormido y no pude escuchar nada.
- pues ese será su problema señor, para que miente y no cumple con su trabajo, sabe dios a que vino usted a San Gregorio con esos engaños. Le respondió el avispado viejo.
El guardia sorprendido por la respuesta de este irrespetuoso hombre le increpa sobre su intromisión, diciéndole:
- a ti no le importa lo que yo venga a hacer, así que responde lo que te pregunté, si no quieres pasarla peor de lo que la vas a pasar.
- bueno, bueno no se enoje, le explicaré lo que habló el padre en la misa, el día de hoy.
- más te vale. Replicó el oficial.
- de lo que el padre habló hoy, fue de la reencarnación.
- reencarnación ¿y qué diablos es eso? Preguntó el oficial.
- no se preocupe. Respondió el hombre. Tenemos buen trecho de camino para que se lo explique.
De pronto pasando por la hacienda El Medio, el viejo ve en el costado de una chacra, a un robusto toro que pasta tranquilamente junto a un árbol, por lo cual le dice a su compañero de viaje:
- mire oficial, acaso tiene usted algún tío ya fallecido.
- sí. Le respondió el guardia.
- pues ahí mismito lo está viendo usted, su tío puede haberse reencarnado en ese toro, ya que una persona según explicó el padre, cuando fallece regresa a este mundo tomando otra forma de vida.
Así siguieron por el camino montados en la burra, pasando estos por San Jacinto, donde desde lo alto de la carretera don Víctor divisa un corral de chanchos y en medio de este a un gran semental, que feliz se revolcaba en el barro; el dueño de la burrita nuevamente le dice al oficial:
- mire usted ese gran padrillo que se revuelca en el barro, pues de seguro usted tiene a su abuelo fallecido, pues ese mismito puede ser él, ahora me entiende ¿Qué es la reencarnación?
Arre burra
que se hace tarde
acaso no vis que el guardia
pelle de cólera y está que arde.
El oficial sumamente enojado por la explicación del atrevido hombre que hacía alusión ofensiva a la familia de este, lo amenaza con darle ahí mismo una tunda, la cual este nunca olvidaría; así estos dos continuaron con su camino, cuando de pronto Don Víctor nuevamente pregunta:
- señor oficial, con el debido respeto que se merece, quisiera saber cómo está la familia por casa.
El oficial contesta con algo de cautela para no ser nuevamente presa de las tomaduras de pelo de este atrevido hombre:
- todos bien gracias; mi mujer, mis hijos, a excepción de mi madre que falleció hace algunos años.
Cuando de pronto el hombre da un gran salto que lo pone fuera de la burra, el sorprendido guardia le sigue el paso para atraparlo, pensando que este quería escapar increpándole a la vez, el porqué de su acción diciéndole:
- que tienes, estás loco ¿por qué has saltado así?
- pero como se le ocurre a usted que yo voy a seguir con esto. Le contesta don Víctor.
- pero a que te refieres no te entiendo. Le responde el oficial
- a seguir montando hasta el pueblo a su santísima mamacita, haciendo referencia a la burrita que les servía de medio transporte.
El pícaro viejo respondió esto lanzando sendas carcajadas, ante la resignación del oficial, quien ya cansado de las burlas del faltoso hombre, en vez de cumplir con su amenaza de darle una ejemplar paliza, solo atinó a retirarse caminando hasta el pueblo, para no seguir siendo víctima de este incorregible timador, quien terminó por colmar la paciencia del alterado guardia y según este creía por mas tunda o reprimenda que le diera al irrespetuoso, este no iba a dejar de fregarlo y fregarlo. Entendiendo como dice el dicho de que “árbol que nace doblaó, nunca su tronco endereza”.
Que jue’ mi oficial
porque se me va,
si falta buen trecho de camino
y nadie lo está tratando mal.
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