AMORIOS EN CHULE, PATITAS PA' QUE LAS QUIERO
Porque tanto laberinto
ni tanta mueca por el color
si al final la sangre es roja,
blanco y puro nuestro amor.
A los alegres chuleños les sentaba bien el amor allá por los años 50, ya que este pueblo se caracterizaba por tener hermosas mujeres y hombres corajudos de gran valía, cuyo fruto de este sincero amor, dieron lugar a las futuras generaciones que hoy conocemos; pero si este amor era entre una joven chuleña y un forastero, dicho amorío no era bien visto por nadie del pequeño pueblo. Los celosos padres, hermanos y primos de la pretendida, hacían hasta lo imposible para acabar con esta unión y vaya que esto si era un problema, sobre todo si la pretendida sería nuestra querida Mechita, quien era la menor de los cinco hermanos de la familia Herrera; la cual ya pintaba sus bien agraciados 18 añitos y se había convertido en una hermosa morena de pelo rizado y fina figura.
Una mañana estando en casa, los hombres de la familia Herrera, se llevarían la sorpresa de sus vidas; al presentarse su hermanita por la hora del almuerzo de la mano con su novísimo pretendiente, el cual no era ni más ni menos que Juanito Benítez, un joven respetuoso e hijo de un rico agricultor de la provincia; quien se había quedado prendado ante los encantos de dicha morena.
Fue la primera vez que los miembros de la mencionada familia se habían visto las caras tan pálidas, por la impresión que esto les causó, ante la decisión de su hermanita de tener un novio ¡hay mamita ya se imaginaran!. Este muchacho contaba con la aprobación de la madre de Mechita, quien lo consideraba un buen marido para su hija, por ser este de una buena familia; ya que fue ella misma quien invitó a almorzar ese día al mencionado joven. Así que ni bien Juanito puso un pie en el comedor, todos los hermanos no dudaron en tratar de darle una lección, por haber osado meterse con su querida hermanita; por lo cual el joven no dudó ni un segundo en tirar la carrera con dirección hacia la calle; este hecho causó gran sorpresa y a la vez fue motivo de gracia por parte de los habitantes de Chule, quienes ya sabían de la suerte que correría quien ose siquiera mirar a esta joven; pasando luego a toda carrera por el distrito de San José, los cuales también disfrutaron jocosamente de la situación del desafortunado muchacho, siendo perseguido por los cuatro fornidos morenos, hermanos de la preocupada Mechita, por la suerte que correría su amado si era atrapado por estos; así se dirigieron hacia el pueblo con la suerte de que Benito contaba con una envidiable condición física, llegando a la plaza de armas, donde el muchacho se refugió en la casa de su padre, logrando ponerse a salvo.
ni tanta mueca por el color
si al final la sangre es roja,
blanco y puro nuestro amor.
A los alegres chuleños les sentaba bien el amor allá por los años 50, ya que este pueblo se caracterizaba por tener hermosas mujeres y hombres corajudos de gran valía, cuyo fruto de este sincero amor, dieron lugar a las futuras generaciones que hoy conocemos; pero si este amor era entre una joven chuleña y un forastero, dicho amorío no era bien visto por nadie del pequeño pueblo. Los celosos padres, hermanos y primos de la pretendida, hacían hasta lo imposible para acabar con esta unión y vaya que esto si era un problema, sobre todo si la pretendida sería nuestra querida Mechita, quien era la menor de los cinco hermanos de la familia Herrera; la cual ya pintaba sus bien agraciados 18 añitos y se había convertido en una hermosa morena de pelo rizado y fina figura.
Una mañana estando en casa, los hombres de la familia Herrera, se llevarían la sorpresa de sus vidas; al presentarse su hermanita por la hora del almuerzo de la mano con su novísimo pretendiente, el cual no era ni más ni menos que Juanito Benítez, un joven respetuoso e hijo de un rico agricultor de la provincia; quien se había quedado prendado ante los encantos de dicha morena.
Fue la primera vez que los miembros de la mencionada familia se habían visto las caras tan pálidas, por la impresión que esto les causó, ante la decisión de su hermanita de tener un novio ¡hay mamita ya se imaginaran!. Este muchacho contaba con la aprobación de la madre de Mechita, quien lo consideraba un buen marido para su hija, por ser este de una buena familia; ya que fue ella misma quien invitó a almorzar ese día al mencionado joven. Así que ni bien Juanito puso un pie en el comedor, todos los hermanos no dudaron en tratar de darle una lección, por haber osado meterse con su querida hermanita; por lo cual el joven no dudó ni un segundo en tirar la carrera con dirección hacia la calle; este hecho causó gran sorpresa y a la vez fue motivo de gracia por parte de los habitantes de Chule, quienes ya sabían de la suerte que correría quien ose siquiera mirar a esta joven; pasando luego a toda carrera por el distrito de San José, los cuales también disfrutaron jocosamente de la situación del desafortunado muchacho, siendo perseguido por los cuatro fornidos morenos, hermanos de la preocupada Mechita, por la suerte que correría su amado si era atrapado por estos; así se dirigieron hacia el pueblo con la suerte de que Benito contaba con una envidiable condición física, llegando a la plaza de armas, donde el muchacho se refugió en la casa de su padre, logrando ponerse a salvo.
Luego de varios días, los hermanos sin dejar de estar al tanto, si el mal visto joven osaba nuevamente acercarse, a la ahora bien custodiada muchacha; fue que una noche en que el menor de estos tuvo un mal sueño, quien luego se levantó y dirigiéndose al patio de la casa para tomar algo de aire fresco, sorprendió a su hermana en una entretenida plática con Juanito, el cual se valía de la altura de un árbol para ver a su amada; el celoso hermano al descubrir tal desfachatez, lleno de cólera ideó un plan para hacer desistir de su pretensión al atrevido, comunicando a sus hermanos de lo sucedido.
A la noche siguiente los cuatro hermanos de Mechita se prepararon para llevar a cabo su maléfico plan en contra del enamorado joven, quienes se anticiparon a la visita de este, que venía a pie solo por el camino, sin saber la sorpresa que se llevaría; fue así que los hermanos procedieron a meterse en sus respectivos escondites, luego el muchacho al pasar por la higuera que esta justamente en la misma curva antes de llegar a Chule, estos salieron de sus escondites dando fieros gritos, cubiertos con unas sabanas blancas emulando espeluznantes seres fantasmales, con lo cual Juanito no dudó en dar media vuelta y tirar la carrera muerto de miedo hacia su casa, no volviendo a aparecerse más por Chule, ni tampoco pasar por tal higuera, ni mucho menos pretender seguir en amores con su amada Mechita, ante tal impresión.
Este episodio fue realizado varias veces en este mismo sitio, conocido como “la curva de la blanca”, por la supuesta aparición que ahí acontece a los aventureros enamorados; lo cual no es nada más que una broma de mal gusto de un celoso familiar chuleño, hacia un pretendiente con quien no simpaticen.
Hay mamita ya los quiero ver,
porque esa negrita
como a este pechito
otro no ha de querer.
A la noche siguiente los cuatro hermanos de Mechita se prepararon para llevar a cabo su maléfico plan en contra del enamorado joven, quienes se anticiparon a la visita de este, que venía a pie solo por el camino, sin saber la sorpresa que se llevaría; fue así que los hermanos procedieron a meterse en sus respectivos escondites, luego el muchacho al pasar por la higuera que esta justamente en la misma curva antes de llegar a Chule, estos salieron de sus escondites dando fieros gritos, cubiertos con unas sabanas blancas emulando espeluznantes seres fantasmales, con lo cual Juanito no dudó en dar media vuelta y tirar la carrera muerto de miedo hacia su casa, no volviendo a aparecerse más por Chule, ni tampoco pasar por tal higuera, ni mucho menos pretender seguir en amores con su amada Mechita, ante tal impresión.
Este episodio fue realizado varias veces en este mismo sitio, conocido como “la curva de la blanca”, por la supuesta aparición que ahí acontece a los aventureros enamorados; lo cual no es nada más que una broma de mal gusto de un celoso familiar chuleño, hacia un pretendiente con quien no simpaticen.
Hay mamita ya los quiero ver,
porque esa negrita
como a este pechito
otro no ha de querer.
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