LOS HUACHANACOS DE ANTAÑO
Una tranquila mañana de verano le conversé a mi abuela sobre mi intención de ir esa tarde al distrito de San José a disfrutar de los huachanacos, para lo cual ella me contó que en su juventud también formaba parte de esas festividades, ¿pero cómo? le dije yo: si tu no eres de ese distrito sino de su vecino El Cardo; es así que ella comenzó a contarme sobre los huachanacos de su tiempo de cómo eran, de quienes participaban, que no era exclusivo de los caseríos que hoy los festejan sino de otros distritos mas, de lo bien que lo había pasado lo cual me causo mucha sorpresa; es así que revisando la monografía me encontré con un capitulo referido a los huachanacos, en el cual da fe de todo lo contado por mi querida abuela; así que por ello no dudo en transcribirlo para el conocimiento y quien sabe hasta sorpresa de ustedes:
Terminadas las fiestas de navidad y año nuevo en el valle, los vecinos se preparaban para las de carnestolendas. De uno a otro distrito o caserío hombres y mujeres armados con sendas botellas de licor que les da la inspiración; van por los callejones, cantando sus huachanacos formando hileras mixtas. Bajan se San Gregorio o del Cardo a San José o al Monte o a La Pampa y Guarangal o viceversa, cantando el sonsonete de sus canciones en las cuales no importa la música monótona , como la picardía intencionada de la letra , que en muchos casos, desciende al insulto y la grosería. Cuando esas caravanas llegan a un caserío, se detienen en la primera esquina; cantan sus huachanacos y si la letra es galante, los vecinos se agrupan en la otra esquina próxima y contestan en la misma forma improvisando casi siempre la respuesta para que sea pertinente. En este caso, el remate de los huachanacos es la confraternidad, se aproximan los grupos de vecinos y visitantes, se reúnen en una casa, o bailan en la misma esquina del encuentro; pero cuando, por el contrario, los visitantes se inician provocando con sus huachanacos satíricos, ofensivos o amenazantes, la respuesta se pone a tono contra los provocadores y termina en gresca, a la que pone fin el vecindario quemando circas de ají seco, teniendo en cuenta la dirección del viento. El humo que se desprende produce el mismo efecto irritante que los gases lacrimógenos, y mientras los ocurrentes festejan los efectos de sus gases picantes, la caravana belicosa se regresa a sus caseríos tosiendo, estornudando y llorosos, riendo unos y amenazando con represalia semejante a los otros; terminando así en esa forma festiva por esa noche, generalmente de sábado a domingo, las reciprocas visitas huachanaqueras entre los valleteros camanejos.
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