"MI GALLO EL GUERRERO"
El gallo que es bueno
de todas sale adelante
por mas difícil que la tenga
no hay vez que no se levante.
Esa mañana como todas era inundada por el canto de numerosos gallos que aleteaban en sus jabas, este hecho era cotidiano por los años 30 en la ciudad de Camaná donde la gente era muy aficionada a los aves de riña en la modalidad de pico, esto era común ya que no había casa que además de contar con un gran patio, este cuente con numerosos gallos de pelea en sus respectivas jabas ya sean ajisecos, giros, moros, cenizos, gallinos entre otros.
Don Julián Benítez se encontraba en el patio de su casa alimentando a sus queridos gallos como todas las tardes silbando una alegre tonada, cuando de pronto fue sorprendido por un fuerte dolor en el pecho, el cual lo llevo al suelo de forma abrupta; don Julián fue llevado al médico aquejado por un pre infarto que por poco le quita la vida; así que ha este no le quedaba muchos días de vida por lo cual regreso a su casa a guardar cama, por recomendación del doctor; don Julián sentía que las horas se le estaban acabando así que no dudo en llamar a su único hijo llamado Mateo, el cual al igual que su padre era aficionado a los gallos como todo buen camanejo de esa época, así que estando frente a su hijo le confió a este la tenencia de un gallo que era muy especial para él, era ni mas ni menos que un finísimo gallo ajiseco, el cual don Julián después de una vida dedicada a la fisión gallística y después del cruce de innumerables razas creía tener el mejor gallo que sus ojos habían visto, así que se lo confió a él diciéndole: este es uno de los mejores gallos que he tenido, quiero que lo cuides y estoy seguro que cada vez que quieras que este gallo te de la victoria no te defraudara; pero eso si hijo mío, tienes que respetarlo por su gran nobleza y entrega como yo lo hice en mi vida con todos los gallos que yo he tenido bajo mi cuidado; luego de dar estas palabras don Julián dio un profundo suspiro y murió este particular personaje de Camana de esa época fue enterrado por su familia en medio de muestras de dolor.
Así pasaron los meses y la tranquilidad de Mateo fue interrumpida por la repentina enfermedad de su esposa Melva, ya que con el tratamiento de esta Mateo tuvo una serie de problemas económicos que lo estaban llevando a la desesperación; cuando una mañana salió al patio de la casa a caminar y tratar de pensar en una solución para sus desdichas; luego escucho el bravo cantar de el ajiseco regalado por su padre y una gran idea se apodero de su mente; Mateo se dispondría a preparar el gallo para así hacerlo pelear en las fiestas de Camana, próximos a esos días y así poder contar con algo de dinero para costear la enfermedad de su esposa y salir de su precaria situación, así pasaron los días y la hora de la pelea llegaba, así que Mateo se dirigió al coliseo donde pelearía el fiero ajiseco que le regalaría su padre, así llego la hora de la pelea y Mateo se acerco al ruedo donde se prestaría a soltar el gallo, al cual le tocaba pelear con un hermoso giro del reconocido galpón “triunfadores” de la provincia, así llego el momento y el juez dio la orden de comenzar la pelea; Mateo soltó al fiero ajiseco quien se abalanzó sobre el giro a quien le propino una mortal y certera patada, con la cual le dio muerte en unos pocos segundos; Mateo salto de alegría y elevo su gallo al cielo como muestra de agradecimiento a su padre por el gallo que le había regalado, así con el dinero ganado en la pelea de ajiseco Mateo logro costear el gasto de la enfermedad de su esposa y otras desavenencias por las cuales pasaba.
Habrase visto mayor hermandad
que la nuestra compañero mío
tu cantas por la victoria
y yo canto porque eres mío.
Así pasaron los meses y el gallo ajiseco de Mateo comenzó a acumular victorias, de pronto el gallo comenzó a ganar fama y con ello Mateo fue asediado por jugosas propuesta de compra del animal por parte de los mas adinerados galleros de la provincia, llegándose a querer pagar una suma nunca antes ofrecida por un gallo de pelea, pero Mateo no se dejo persuadir y continuo orgulloso alado de su ajiseco; así pasaron los meses y el gallo no encontraba rival en la provincia, así que Mateo se paseaba por el coliseo siendo respetado por su ave; un día de esos el orgulloso dueño alegre por la fama que le proporcionaba su gallo y con una que otra copa en sus estantes, se topo en el coliseo con Don Pedro García quién era uno de los antiguos rivales de don Julián y en una oportunidad polloneó a uno de los gallos de éste quien luego de lo sucedido se burlo ante lo acontecido; este episodio logro marcar la memoria de Mateo quién lleno de ira se le acercó a este y sin pensarlo dos veces lo desafió diciendo: Don Pedro García aun recuerdo el día que usted se burlo de mi padre, pero aquí estoy yo para defender su honor, así que si es muy hombre acepte una pelea con mi gallo ajiseco o cree que es mucho para usted. Don Pedro no podía negarse ante tal atrevimiento así que acepto el desafío; Mateo corrió a su casa a traer a su ajiseco y estuvo de regreso en el coliseo rápidamente; una vez estando ahí, entraron los soltadores al ruedo para llevar a cabo tremendo desafió; la gente se encontraba expectante y ansiosa por la pelea; hasta que la voz de ¡suelten los gallos! se escucho en la cancha, el ajiseco de don Mateo y el gallino de don Pedro se echaron a pelear, la pelea estuvo pareja con una demostración de valentía y fiereza por parte de las aves; ante los gritos de emoción de todos los asistentes que nunca habían visto tan emocionante pelea, hasta que después de un revoloteo el gallo de don Pedro cae gravemente herido a un lado del ruedo, ante los gritos de emoción de Mateo que saciaban en algo su sed de venganza hacia don Pedro; el ajiseco lo miro fijamente sin darle muerte a escasos pasos de él, hasta que el gallino haciendo honor a su raza no podía dejar de luchar hasta que tenga un ápice de vida; así que se abalanzó sobre el ajiseco, quien también respondió al ataque y luego de este revoloteo cayeron los dos gallos heridos de muerte a la arena, donde ante el asombro de la gente murieron; Mateo no podía creer lo que había hecho y un fuerte remordimiento anidaba en su conciencia, por haber hecho caso omiso a los consejos de su padre y como le había faltado el respeto a su querido gallo, al cual lo jugo por una simple venganza y sin haberlo siquiera preparado. Mateo corrió hacia su gallo y lo tomo entre sus brazos como muestra de arrepentimiento, pero ya era muy tarde el ajiseco había muerto y con esto la leyenda había nacido así comenzó éste su triste recorrido hacia el cementerio de la ciudad; donde al llegar a este y estando frente a la tumba de su padre pidió perdón con el ave entre sus brazos para luego proceder a enterrarlo alado de la tumba de don Julián, lo cual le recordaría siempre a él y a la gente que conoce de esta historia, que se debe respetar la nobleza de los gallos, ya que estos dan sus vidas en los ruedos para darnos la ansiada victoria.
Mi mujer y mi gallo
son los que mas me han conocido
mi gallo por fiel
y mi mujer por perdido.
de todas sale adelante
por mas difícil que la tenga
no hay vez que no se levante.
Esa mañana como todas era inundada por el canto de numerosos gallos que aleteaban en sus jabas, este hecho era cotidiano por los años 30 en la ciudad de Camaná donde la gente era muy aficionada a los aves de riña en la modalidad de pico, esto era común ya que no había casa que además de contar con un gran patio, este cuente con numerosos gallos de pelea en sus respectivas jabas ya sean ajisecos, giros, moros, cenizos, gallinos entre otros.
Don Julián Benítez se encontraba en el patio de su casa alimentando a sus queridos gallos como todas las tardes silbando una alegre tonada, cuando de pronto fue sorprendido por un fuerte dolor en el pecho, el cual lo llevo al suelo de forma abrupta; don Julián fue llevado al médico aquejado por un pre infarto que por poco le quita la vida; así que ha este no le quedaba muchos días de vida por lo cual regreso a su casa a guardar cama, por recomendación del doctor; don Julián sentía que las horas se le estaban acabando así que no dudo en llamar a su único hijo llamado Mateo, el cual al igual que su padre era aficionado a los gallos como todo buen camanejo de esa época, así que estando frente a su hijo le confió a este la tenencia de un gallo que era muy especial para él, era ni mas ni menos que un finísimo gallo ajiseco, el cual don Julián después de una vida dedicada a la fisión gallística y después del cruce de innumerables razas creía tener el mejor gallo que sus ojos habían visto, así que se lo confió a él diciéndole: este es uno de los mejores gallos que he tenido, quiero que lo cuides y estoy seguro que cada vez que quieras que este gallo te de la victoria no te defraudara; pero eso si hijo mío, tienes que respetarlo por su gran nobleza y entrega como yo lo hice en mi vida con todos los gallos que yo he tenido bajo mi cuidado; luego de dar estas palabras don Julián dio un profundo suspiro y murió este particular personaje de Camana de esa época fue enterrado por su familia en medio de muestras de dolor.
Así pasaron los meses y la tranquilidad de Mateo fue interrumpida por la repentina enfermedad de su esposa Melva, ya que con el tratamiento de esta Mateo tuvo una serie de problemas económicos que lo estaban llevando a la desesperación; cuando una mañana salió al patio de la casa a caminar y tratar de pensar en una solución para sus desdichas; luego escucho el bravo cantar de el ajiseco regalado por su padre y una gran idea se apodero de su mente; Mateo se dispondría a preparar el gallo para así hacerlo pelear en las fiestas de Camana, próximos a esos días y así poder contar con algo de dinero para costear la enfermedad de su esposa y salir de su precaria situación, así pasaron los días y la hora de la pelea llegaba, así que Mateo se dirigió al coliseo donde pelearía el fiero ajiseco que le regalaría su padre, así llego la hora de la pelea y Mateo se acerco al ruedo donde se prestaría a soltar el gallo, al cual le tocaba pelear con un hermoso giro del reconocido galpón “triunfadores” de la provincia, así llego el momento y el juez dio la orden de comenzar la pelea; Mateo soltó al fiero ajiseco quien se abalanzó sobre el giro a quien le propino una mortal y certera patada, con la cual le dio muerte en unos pocos segundos; Mateo salto de alegría y elevo su gallo al cielo como muestra de agradecimiento a su padre por el gallo que le había regalado, así con el dinero ganado en la pelea de ajiseco Mateo logro costear el gasto de la enfermedad de su esposa y otras desavenencias por las cuales pasaba.
Habrase visto mayor hermandad
que la nuestra compañero mío
tu cantas por la victoria
y yo canto porque eres mío.
Así pasaron los meses y el gallo ajiseco de Mateo comenzó a acumular victorias, de pronto el gallo comenzó a ganar fama y con ello Mateo fue asediado por jugosas propuesta de compra del animal por parte de los mas adinerados galleros de la provincia, llegándose a querer pagar una suma nunca antes ofrecida por un gallo de pelea, pero Mateo no se dejo persuadir y continuo orgulloso alado de su ajiseco; así pasaron los meses y el gallo no encontraba rival en la provincia, así que Mateo se paseaba por el coliseo siendo respetado por su ave; un día de esos el orgulloso dueño alegre por la fama que le proporcionaba su gallo y con una que otra copa en sus estantes, se topo en el coliseo con Don Pedro García quién era uno de los antiguos rivales de don Julián y en una oportunidad polloneó a uno de los gallos de éste quien luego de lo sucedido se burlo ante lo acontecido; este episodio logro marcar la memoria de Mateo quién lleno de ira se le acercó a este y sin pensarlo dos veces lo desafió diciendo: Don Pedro García aun recuerdo el día que usted se burlo de mi padre, pero aquí estoy yo para defender su honor, así que si es muy hombre acepte una pelea con mi gallo ajiseco o cree que es mucho para usted. Don Pedro no podía negarse ante tal atrevimiento así que acepto el desafío; Mateo corrió a su casa a traer a su ajiseco y estuvo de regreso en el coliseo rápidamente; una vez estando ahí, entraron los soltadores al ruedo para llevar a cabo tremendo desafió; la gente se encontraba expectante y ansiosa por la pelea; hasta que la voz de ¡suelten los gallos! se escucho en la cancha, el ajiseco de don Mateo y el gallino de don Pedro se echaron a pelear, la pelea estuvo pareja con una demostración de valentía y fiereza por parte de las aves; ante los gritos de emoción de todos los asistentes que nunca habían visto tan emocionante pelea, hasta que después de un revoloteo el gallo de don Pedro cae gravemente herido a un lado del ruedo, ante los gritos de emoción de Mateo que saciaban en algo su sed de venganza hacia don Pedro; el ajiseco lo miro fijamente sin darle muerte a escasos pasos de él, hasta que el gallino haciendo honor a su raza no podía dejar de luchar hasta que tenga un ápice de vida; así que se abalanzó sobre el ajiseco, quien también respondió al ataque y luego de este revoloteo cayeron los dos gallos heridos de muerte a la arena, donde ante el asombro de la gente murieron; Mateo no podía creer lo que había hecho y un fuerte remordimiento anidaba en su conciencia, por haber hecho caso omiso a los consejos de su padre y como le había faltado el respeto a su querido gallo, al cual lo jugo por una simple venganza y sin haberlo siquiera preparado. Mateo corrió hacia su gallo y lo tomo entre sus brazos como muestra de arrepentimiento, pero ya era muy tarde el ajiseco había muerto y con esto la leyenda había nacido así comenzó éste su triste recorrido hacia el cementerio de la ciudad; donde al llegar a este y estando frente a la tumba de su padre pidió perdón con el ave entre sus brazos para luego proceder a enterrarlo alado de la tumba de don Julián, lo cual le recordaría siempre a él y a la gente que conoce de esta historia, que se debe respetar la nobleza de los gallos, ya que estos dan sus vidas en los ruedos para darnos la ansiada victoria.
Mi mujer y mi gallo
son los que mas me han conocido
mi gallo por fiel
y mi mujer por perdido.
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