viernes, 29 de octubre de 2010

DE TAPADOS Y TESOROS ACULTOS


Hace algunos años vivió en nuestro valle Don Jacinto Rodríguez, pintoresco personaje de esta tierra; quien gustaba pasar sus días buscando sendos tesoros ocultos que lo volverían inmensamente rico, lo cual lo llevaba por inexplorables y escarpados lugares que ponían en riesgo su vida, siempre acompañado este, de un viejo pico y una oxidada pala. Había veces en que el obstinado aventurero se quedaba a dormir en dichos partes, donde cuidaba celosamente el inmenso agujero hecho durante el día, para luego continuar con su propósito a la mañana siguiente; pero como siempre, este no encontraba nada.
La poca gente que tuvo la oportunidad de compartir copas con él, lo llegaba a tildar hasta de loco, ya que este hombre contaba historias de piratas y corsarios, que escondían cofres llenos de piedras preciosas en cuevas de nuestro litoral; también de que gigantescas cargas de oro, eran enterradas por los españoles a lo largo del camino hacia Quilca, los cuales enfermaban y morían sin llegar a su destino, entre tantas otras historias; que si bien tienen algo de cierto por la importancia que tuvo el puerto de Quilca en la época de la colonia, lo descabellado estaba en que un hombre se pase la vida buscándolos. La gente como ya lo conocía, lo veía regresar a casa por las tardes, luego de un desafortunado día; diciéndole:
-Don Jacinto cómo va lo del tapa’o;
A lo cual él respondía con un entusiasmo inquebrantable:-”hoy no se me hizo, pero ya para mañana será. Esta que se me corre este condena’o“.Don Jacinto por dedicarse en demasía a esta actividad, terminó por descuidar a sus familiares, quienes estaban artos de los cuentos e ilusiones de los cuales vivía este empecinado hombre; quien días atrás vendió algunos de los animales que servían de sustento para su hogar, y con el dinero recaudado, compró mapas e información de lugares en donde estarían enterrados supuestamente los dichosos tesoros. Los cuales terminaran siendo, al igual que las anteriores búsquedas, meras falsedades.

Una mañana en que don Jacinto salió muy temprano como era costumbre, pasó que este no regresaba para la noche a casa, lo que preocupó a su familia, sobre todo a su esposa Maribel quien salió en su búsqueda, en compañía de Juan, su hijo mayor; preguntando estos, a la gente del pueblo si habían visto al intrépido. Para lo cual, los preocupados familiares no recibieron mayor información por parte de los pobladores, del paradero de este osado explorador. Fue así que al llegar la tarde, esta mujer con el mal presentimiento encima de que algo malo le había ocurrido a su esposo; vio a un peón que regresaba de sus labores del campo, el cual cargaba un pico similar al de Don Jacinto; la preocupada mujer se le acercó preguntándole sobre la procedencia de dicho objeto, el cual respondió diciendo:
- este pico me lo encontré esta mañana por las inmediaciones del cerro “el Castillo”
Lo cual llevó a pensar a la angustiada Maribel, que su esposo se encontraría por ese lugar; así que antes de que la oscuridad se apodere del día, contó a este hombre de su angustia, pidiéndole que la llevase al sitio donde había encontrado la dichosa herramienta.Al llegar al lugar, el peón señaló la zona donde había encontrado el pico, para luego escuchar estos, unos gritos que provenían de una pequeña cueva, en la cual al parecer había ocurrido un reciente derrumbe; grande fue la sorpresa de estos, ya que al llamar por el nombre a Don Jacinto, fuera este quien les contestara. Doña Maribel comenzó a cavar desesperadamente con ayuda de su hijo y el voluntarioso peón; hasta que por fin pudieron llegar al lugar donde se encontraba don Jacinto, al cual lograron sacar y poner a salvo.

Mi gran tesoro
aun no he encontrado
igual seguiré cavando
para hallar a este condenado

Días más tarde el aventurero buscador de tesoros al estar completamente recuperado, seguía empecinado en su misión y en vez de mostrar algo de arrepentimiento por sus locas ideas, que pusieron en riesgo su vida; él seguía afirmando que por fin había encontrado su preciado tesoro. Lo cual mortificaba a Doña Maribel, quien no podía creer lo testarudo que era su esposo.
Así pasaron los días y una mañana en que la dueña de casa se despertó para darse con la sorpresa de no encontrar a su marido de lado, y a la vez percatarse de que tampoco estaban su pico y pala, esta pensó rápidamente que don Jacinto se había ido al sitio donde se encontraba el dichoso tesoro; doña Maribel temiendo por la vida su esposo se dirigió rápidamente al lugar; una vez estando allí, vio que la cueva había sido escarbada nuevamente. Así que luego de adentrarse unos metros, llamó a su esposo, quien se sorprendió por su presencia y le respondió diciendo:
- mujer por fin lo conseguí, ven y míralo con tus propios ojos, el tesoro es mío
Doña Maribel logró ver que su esposo se encontraba desenterrando un viejo cofre, el cual fue liberado del suelo por ambos, luego lo procedieron a abrir; y para mayor sorpresa, este baúl estaba lleno de monedas de oro. Los dos esposos saltaron de alegría, sobre todo don Jacinto quien gritaba iracundamente:
- “te lo dije mujer, te lo dije”;
Luego se escuchó un estruendoso ruido, el cual derivó en el derrumbe de la cueva, quedando herida doña Maribel, quien no podía salir caminando del lugar por sus propios medios; Don Jacinto al ver esto, soltó el pesado cofre que fue a dar, a la parte más profunda de la cueva, para rápidamente dirigirse a su mujer, a la cual logró cargar en brazos y caminar a duras penas hasta las afueras de la caverna, momento en el cual esta terminó por derrumbarse por completo al igual que esa parte del cerro. Una vez estando a salvo, los esposos se abrazaron fuertemente al haber estado al borde de la muerte, sobre todo Don Jacinto, quien pidió disculpas a su mujer por su obstinado comportamiento, prometiendo este, no volver a estar metido en estas locas aventuras, que casi lo llevan a perder lo más preciado que dios le había dado en la vida “su mujer”.

Mi mujer no brilla
porque no es de oro
pero en su corazón guarda
el más grande tesoro

1 comentarios:

Anónimo 19 de enero de 2011, 11:52  

Por qué no les dices a tus lectores la verdad completa sobre este pueblo. Durante décadas,los lugareños y huaqueros, han venido saqueando los restos arqueológicos: en Huacapuy, Ocoña, Quilca...han saqueado las tumbas pre-colombinas. Jamás preocupó esto a ningún sub-prefecto, a ninguna autoridad policial. Los propios camanejos guardaron un silencio complaciente frente a esta enormidad.
Esto es una vergüenza. Un pueblo con memoria histórica, se supone que debe de identificarse con su pasado y honrar la memoria de sus antepasados.
Por qué no les dices esto a tus lectores: porque lo único que quieres es atraer el turismo: ello te impide ser sincero y objetivo.

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